Barcelona y su memoria

Con quince minutos de ver el partido de Champions ya me había aprendido el nombre y la ubicación de los jugadores locales pese a la rotación que hacían en la cancha, y cuando terminaba el primer tiempo todavía no podía ubicar quienes eran los 11 del combinado rossonero. Fácilmente ubiqué a El Shaarawy (por el peinado), a Abbiati y a Ambrosini (el que le pegaba a todo lo que se movía cerca suyo).

Triste o alegre, eso no importa, fue el generador de cada peligro local, autor de dos goles y piedra fundamental de este Barcelona. Messi and Company recuperaron la memoria y convirtieron 4 goles épicos, como la remontada que a este grupo les faltaba. Dejaron de parecer turcos en la neblina y con el pitido inicial fueron a la carga, encontrando su regalo al mérito bien temprano con una triangulación en espacios reducidos que pocos se animan hacer.

Es cierto, este Milán no se parecía en nada al que le ganó a los catalanes en San Siro, pero tampoco era el mismo equipo culé, más incisivo y punzante en la zona de disparo, como hace tiempo no se veía. Fue un espectáculo, pero que que no se nuble la vista, porque dos errores defensivos casi los deja sin pase a cuartos.

Dani Alves jugó cerca del área rival, no cargo desde atrás, simplemente se quedó; el trabajo de Iniesta y Xavi manejando los hilos de cada ataque en el medio y el aporte de Villa a la generación de juego, sin hablar lo extraordinario de Messi aunque egoísta. En todo lo malo de Milán, lo peor fue Allegri, que metió a Robinho en cancha con el partido 3 a 0, este técnico que demostró toda su viveza en Italia se transformó en un bebe de pecho asustado ante el marco extraordinario del Camp Nou.

Ganó el Barcelona y vuelve a ser favorito para la Champions League, el viernes es el sorteo de cuartos, pero el ánimo es grande y cual paciente con pérdida de memoria, tarde o temprano habría de recuperarla, y eso fue el miércoles ante un temeroso rossonero.